Darío es un nombre de origen persa que significa “El que protege contra el mal”. Pero hay más: Dicen que quien lleva este nombre “es un hombre solidario y muy dispuesto a participar en distintas actividades, sobre todo, en las que involucran ayudar a las demás personas”. ¿Es un destino marcado? ¿Todos los Daríos se sentirán así? Imposible saberlo, pero lo cierto es que hubo uno que fue todo eso que dice la mitología y mucho más. Darío Santillán dio su vida por Maximiliano Kosteki cuando ni siquiera lo conocía, pero los hermanaba la misma lucha y la solidaridad por el otro. Nunca se hubieran imaginado que una estación llevaría su nombre, ni que serían bandera y ejemplo para otres. Tampoco se deben haber imaginado morir tan jóvenes y menos a manos de la policía bonaerense en una masacre que ya cumple 20 años. 

El 26 de junio de 2002 una gran columna piquetera se dirigía al Puente Pueyrredón. No había señales de mejoras pos represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 y la olla estaba cada vez más vacía. Se corrían rumores de que “algo” iba a pasar. Ese algo fue una represión feroz hacia manifestantes que solo estaban armados con palos contra las armas de fuego que cargaba la policía. 30 heridos con balas de plomo y “La crisis causó dos nuevas muertes”, tituló Clarín. El comisario Fanchiotti y el cabo Acosta lucían orgullosos sus trofeos de caza. “Se mataron entre ellos”, dijo Aníbal Fernández. 

¿Qué cambió en estos 20 años? Poco. Fanchiotti y Acosta fueron condenados, pero ahora están pidiendo salidas transitorias. El ex comisario es apicultor y quiere ver a sus abejas. Responsables políticos no hay ni uno procesado y hasta fueron beneficiados con cargos políticos. 

“Ningún gobierno investigó, no les interesa investigar porque sabemos que los políticos se cubren unos con otros. ¿Tenemos que creer en este gobierno que asumió como gobierno popular y ahora es otra cosa? Yo me había interesad en tener una entrevista con el señor Fernández. A los pocos días este presidente pone a Felipe Solá, uno de los principales responsables de la masacre, como Canciller. No conforme con esto, ahora tiene otro responsable enquistado en el poder como Aníbal Fernández”, declaró Alberto Santillán, papá de Darío, en una audiencia pública en el marco de las dos décadas de la masacre de Avellaneda. “No nos encerramos únicamente en el asesinato de Darío y Maxi, sino también en les compañeres que han caído a lo largo de estos años de democracia”.

A la hora de hablar de su hijo, Alberto lo hace con un gran nudo en su garganta: “Darío además de ser un gran hermano y un gran hijo, fue un gran compañero que no solo estaba comprometido con las palabras, sino también con el ejemplo. Dejó su hogar para estar con los nadies. Eligió no únicamente hablar bonito y estar con los que más necesitan. Porque todos hablamos bonito, incitamos a la lucha, pero después volvemos a nuestra casa donde tenemos una cama calentita y comida; pero Darío dejó todo eso y se fue a militar y a vivir con los que menos tienen. A 20 años sigue siendo un gran ejemplo”. 

Darío tenía 21 años cuando fue asesinado; Maxi 25. Ambos hijos del neoliberalismo de los 90 que despertó a varias generaciones porque crecer en esa década por debajo de la clase media, no fue fácil, sobre todo cuando con el correr de los años el modelo se fue perpetuando aún en gobiernos “del pueblo”.

“No tengo la suerte de que Dari me haya dejado un hijo o hija, pero sí sé que mientras Darío se estaba desangrando estaban pariendo miles y miles de hijos con la conciencia distinta. Por eso luchaba, por eso dejó su vida  y por eso no cesaremos la búsqueda de justicia”, sostuvo Alberto mientras la sala se colmaba de aplausos. 

Paula Mercedes Alvarado es la abogada de la familia Santillán desde 2014 y desde 2020 de Mara Kosteki, hermana de Maxi. Cuando la letrada comenzó a trabajar en la causa, había diversos organismos de Derechos Humanos que hoy no están presentes en la lucha. “Yo estoy sola como abogada desde hace varios años, hay gente que no tiene los ovarios o los huevos suficientes para llevar estas causas. En estos años hemos pasado un montón de situaciones. Estamos trabajando en ese marco, con respuestas de organizaciones y de instituciones formales que nos chicanean. Tengamos presente que esto es un crimen de estado y que lo que pasó hace 20 años puede pasar hoy”, recalcó. 

En este marco también hablaron diferentes representantes de organizaciones por los Derechos Humanos, compañeres y trabajadores. Uno de ellos fue Raúl Godoy representando a la fábrica Zanón, con el detalle no menor de que fue recuperada por sus trabajadores como sucedió con cientos de fábricas que se fueron a quiebra a partir de 2001. 

Godoy compara que en la actualidad hay una incentivación a que la juventud tiene que seguir el individualismo y se obtienen cosas “como los mal llamados libertarios”. Mientras que otra parte de la juventud “fue apañada y apaciguada con una militancia de ministerio dentro del Estado”. Todos caminos muy distintos por lo que lucharon las generaciones anteriores.” Por eso nosotros reivindicamos la militancia de Darío y Maxi, la de Mariano Ferreyra, la de Carlos Fuentealba, la militancia de tantos compañeros y compañeras que no cayeron en vano, han fortalecido cada una de nuestras luchas”, sintetizó Godoy. 

Luego de 20 años, la represión y el hambre no frenaron, quizás se disfraza de otra manera, pero lo cierto es que con un casi 40% de pobreza y una inflación que aumenta mes a mes, el caldo de cultivo está a la vuelta de la esquina pero no queremos seguir colocando caras en banderas y, como dijeron las Manos de Filippi: “No va a ser siempre una gomera”.