Hace unos días nos visitó en nuestra casa Carlos que vino a celebrar con nosotres una sentencia a favor en un juicio laboral!

Pero recapitulemos: a Carlos lo contrataron allá por junio del 2021 en una juguetería para la “temporada Día del Niño”. Esta famosa y rentable juguetería pensó “¿Para qué registrarlo y cumplir con la ley si igual en un mes y medio ya no lo necesito?” Después de todo, para estas empresas, el laburante es solo un insumo más en su cadena de producción.

Ahora bien, Carlos trabajó durante ese tiempo en pésimas condiciones. Además de no tener ningún tipo de registración (lo que significa no tener aportes, ni obra social o sindicato), debía cumplir extensas jornadas de hasta 12 horas de trabajo, sin poder descansar o sentarse un minuto y por un salario inferior al que le debían pagar, según su convenio colectivo.

Es por esto que, rondando el mes y medio de trabajo, decidió reclamar lo que le correspondía. Exigió formalmente a la empresa que lo registre y ante su negativa, terminó el vínculo laboral. La respuesta de la empresa fue la de subestimar su reclamo, por la poca antigüedad en el puesto de trabajo. Como si hubiera incumplimientos más o menos trascendentes cuando, sin importar el tiempo, les laburantes somos personas que debemos exigir el respeto a nuestros derechos siempre y desde el día uno.

Carlos, decidido a reclamar por lo suyo, se encontró entonces con otra dificultad: Les abogades laboralistas a los que consultaba no tomaban su caso. Le dijeron varias veces que “no valía la pena” o “por un mes, es muy poca plata”.

Claro, a les bogas nos lleva el mismo laburo hacer un reclamo como el de Carlos o uno de alguien con 20 años de antigüedad. El resultado económico, desde ya, es muy distinto. Pero… ¿y los derechos?

Bueno, en La Defe nos interesa defender derechos. Por eso decidimos acompañar a Carlos y luego de un tiempo tenemos una sentencia a favor, una alegría enorme de haber decidido hacer lo correcto y un nuevo impulso para seguir por este camino.