Hace unos meses gatillaron en la cara de la vicepresidenta. Luego se filtraron viajes y conversaciones de funcionarios públicos, judiciales y no judiciales, con magnates ingleses y representantes de Clarín para “arreglar” procesos y sentencias judiciales. Mientras, en los barrios corren como el agua los casos de gatillo fácil sin consecuencias.

Cómo no comparar esto con los debates que ocupan el espacio público en las últimas semanas: Es que el juicio por el homicidio de Fernando Baez y Lucio Baez ponen, una vez más, la mira en la justicia. O en la falta de ella. O en el significado real de semejante palabra. 

En estos últimos quedó claro que hay culpables y queremos las peores penas para elles. Pero ¿qué pasa cuando los culpables de crímenes enormes -cuyo resultado es la pérdida de soberanía, derechos y el hambre de nuestro pueblo- son los que manejan de forma suprema, todo nuestro PODER judicial?

Ayer, formalmente, todes volvimos a la actividad judicial. Muchos movimientos convocamos y estuvimos frente al Palacio de Justicia para exigir juicio político a los miembros de la Corte Suprema. Los insalvables actos de corrupción de ésta Corte no permiten otra postura. No queremos más lawfare, operaciones, mentiras, represión y extractivismo sin consecuencias.

“Estos canallas, si tuvieran vergüenza o dignidad, tendrían que renunciar”, dijo Norita ayer. Ellos son Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti. 

En unos días será la Audiencia de Comisión de Juicio Político en la Cámara de Diputados. Es cierto que si se logra avanzar, serán juzgados dentro del mismo sistema del que son líderes, y contarán incluso con la complicidad de los grandes medios de comunicación, que avalan y constituyen, desde sus entrañas, la mafia judicial de la que hablamos.

Por nuestra parte, no cesaremos en la lucha por construir un sistema judicial que defienda los intereses de las minorías, las mujeres, les laburantes; los sectores que siempre son postergados. Por una justicia que amplíe derechos, y no los limite. Y lo haremos construyendo redes, desarrollando nuestro trabajo profesional colectivo con  perspectiva de defensa de derechos humanos  y ocupando las calles con iniciativas territoriales en conjunto.