Hoy, 4 de mayo, se celebra el Día Internacional del Bombero Forestal. Esto se debe a que en 1998, muches perdieron su vida apagando un gran incendio en Canadá.

Para homenajear a quienes llevan ese arduo trabajo en nuestro país, y para conocer un más sobre su rol, charlamos con Virginia y Luciano, brigadistas de un Parque Nacional de la provincia de Entre Ríos.

Tenemos muchas preguntas para hacerles. Pero empecemos con lo primero; venimos hace años sufriendo de forma variable enormes efectos de la crisis climática. En Corrientes, unas más de 100000 quedaron arrasadas por el fuego. El mayor humedal de Argentina sufría una de las peores sequías históricas en la ecoregión, y los incendios se sirvieron de esas condiciones para terminar de destruir gran parte de la flora y fauna nativa. Y está ahí la ley de humedales, quietecita.

Y ahí, entre reivindicaciones de héroes, colectas de Maratea, y abandono y precarización, están les bomberos forestales y les brigadistas.

Luciano trabaja en el Parque hace ocho años. Él es oriundo de esa pequeña ciudad entrerriana, pero nos cuenta que entró a trabajar ahí como a cualquier trabajo. Estuvo contratado el primer año con contratos trimestrales, y luego de ese año, comenzaron los contratos anuales, que hoy permanecen sin posibilidad de formalización alguna. Hoy es jefe de cuadrilla, tiene gente a cargo pero aún no vio las capacitaciones que necesitaría ese puesto.

“Yo entré a este trabajo sin pensar que iba a estar combatiendo incendios. Fue hace varios años y lo tomé así como que iba a estar un tiempo y después iba a quedar afuera. Nosotros íbamos renovando contrato cada tres meses hasta que llegamos a diciembre y en diciembre llegó un contrato que es anual. Y bueno, con el tema de incendios, nunca pensé en laburar de eso.

El recorrido de Virginia para llegar a trabajar al parque es otro cuento. Ella nació en la Capital Federal, y viajó a Misiones para formarse como Guardaparque Nacional. En el año 2017 hizo el curso de brigadista en el Palmar, Entre Ríos, y lo terminó tercera en orden de mérito, y primera como mujer, por eso fue convocada por el Parque a trabajar en septiembre del 2020.

Cuando ingresé eran todos hombres. Era un parque que no estaba acostumbrado a trabajar con mujeres. Me interesó el trabajo por la conservación, no tanto por el laburo físico, que después me enganchó. Es un aprendizaje permanente. Al principio, una siente que todo el tiempo está a prueba. Son largas jornadas de 14 horas. A veces te llaman porque hay otro incendio y una casa está en riesgo.”

Nos interesa saber cómo es ser brigadista mujer en un parque nacional, ¿es como en otros rubros tan masculinizados?

“Para mí es fundamental que haya mujeres en la brigada. Ahora ingresaron tres mujeres más. El año pasado éramos siete en total y yo era la única mujer. Ahora somos 13 personas, de las cuales cuatro somos mujeres. Lo celebro.”

Luciano cuenta que el trato en general tampoco es bueno: “Los incendios te hacen unir un poco más, pero en el laburo en sí hay discusiones y hay de todo un poco. Lo que pasa es que el brigadista, cuando no está en incendio, trabaja también de guardaparque.”

Y en eso detallan un poco las tareas: son de conservación, mantenimiento de la seccional, atención al visitante, registro y lo que vaya saliendo. Y también, deben responder al llamado cuando se produce un incendio.

Luciano: “Un día de incendio… nos dan un aviso. Tenemos un grupo de la brigada. Puede llegar ahí un aviso si el incendio es en el parque. Hay que recabar información: en qué zona del parque está. Sabemos cómo llegar. Todo cambia ahora con el tema de la sequía, porque hay lugares a donde no podés llegar en embarcación, solamente caminando o a caballo. La cantidad de herramientas que podés llevar en cada caso no es la misma. El primer día se va con herramientas manuales, para hacer un ataque inicial que busca que no se expanda. Si se va de las manos, se empiezan a pedir otras cosas.

Virginia: “Si es un lugar inaccesible hay que pedirle ayuda a Nación para que traiga helicópteros o avionetas hidrantes. A veces hay y a veces no hay. El helicóptero tiene que venir y tiene que haber un lugar cercano para cargar combustible, porque dura porcas horas la carga. Entonces, tiene que hacer escala en el aeropuerto, ir a buscar agua, tirar. Una está desde abajo y le avisa a los aviones y helicópteros dónde tirar el agua.”

Uno de los grandes problemas, vemos desde aquí donde “atiende Dios”, es que durante la pandemia, se puso como héroes y heroínas a quienes trabajaron en la primera línea, resolviendo crisis, como el personal de salud. La pregunta es: qué pasa después? Cuando se apagan los fuegos, dicen que las brasas quedan.. ¿y los derechos, quedan?

Luciano: “Creo que el nuevo convenio se logró por la presión mediática, pero en el tema de sueldos y de equipamiento no ha variado mucho la verdad. Tiene que ver mucho con la gestión que haya en el momento y cómo sepa gestionar eso el Parque, en nuestro caso. También tiene que ver mucho la política. Hay mucho acto, mucha inauguración de cosas. “

Y aunque sabemos que los incendios son resultado del enorme daño que están sufriendo nuestros ecosistemas, y también son causantes de más daños que vendrán, Virginia afirma: “En los incendios de Rosario el año pasado no se supo ni los causantes. No se hizo nada, el monte quemado quedó en monte quemado. No se hizo nada después.”

Les adeudan viáticos, les mandaron a trabajar a varios incendios con partidas de ropa ignífuga en malas condiciones; frenando así su laburo porque el riesgo es muy alto. El problema, reflexiona Luciano, es que cada manejo de cada fuego es distinto, así como cada tarea en el Parque, depende de la gestión, si tiene recursos o no, si los gestiona correctamente. Termina sus cuatro años y ya, a empezar de cero otra vez. Él está ejerciendo su nuevo cargo sin mejora salarial, sin categorías, promesa repetida e incumplida. Virginia agrega, que claro, que hay actos propagandísticos todo el tiempo pero nada se ve.

Para él, lo mejor de su trabajo es poder aportar como agente de conservación en su región. Lo peor, el ámbito laboral, el trato “humano”. Ella comparte que aportar a los ecosistema es lo positivo, que “la vivís”, que “no te la cuentan”. Te desafía todo los días, y aprendés siempre, dice. Y destaca:

“Lo negativo es que haya muchos hombres, para mí debería haber más mujeres o igual cantidad. Siempre las decisiones son tomadas por varones, y una puede pasar años quizás y estar más capacitada en algunos temas y va a tener que pelearse para cumplir lo que sabe, para desarrollarse profesionalmente. En los lugares de poder siempre ligados a los varones, no es novedad.”

Nos y les preguntamos cómo es el acceso al reclamo, al intercambio, con su empleador, con la administración de Parque Nacionales. Hay sindicatos, está ATE y UPCN, pero como brigadistas hay mucho miedo. Al ser contratados, te pueden dar de baja. Irregularidades hay un monton, millones: en infraestructura, en trato, en falta de categorizaciones, los recursos, gestionen. El del intendente es un puesto político que asume cada 4 años, después se va y bueno, historia pasada.

En una pequeña ciudad de Entre Ríos, los intendentes suelen juntarse a comer asado y ser queridos entre la gente. Pero la cercanía del Estado empleador y sus laburantes, como Virginia y Luciano, es nula. Después aparecen los llamados, cuando aparecen los fuegos en todo el país. Pero como con los derechos de les brigadistas y bomberos, cuando los fuegos son apagados, la prioridad de la conservación y el cuidado del medioambiente parece esfumarse.

Virginia: “A mí manera de ver, la provincia de Entre Ríos no tiene políticas de conservación plena, porque está minada de soja, de sorgo, de trigo, fumigan a cuatro manos. Santa fe era una provincia llena de fumigaciones y la fueron parando de a poco con la lucha. Acá también hay movidas en contra de a poco pero cero conservación.”

Ella colabora con la aplicación de la Ley Micaela, con los protocolos. Afirma que hay mucha negación, mucho rechazo. Que hay propaganda pero a la hora de “tomar cartas realmente siempre termina perjudicada la trabajadora” que la trasladan de seccional con una licencia por violencia de género de veinte días, sin sumarios, sin nada más que repare lo sufrido.

Por suerte cada vez hay más mujeres; estamos en un momento de concientización de las mujeres, entre las guardaparque que ya tienen 40 o 45 años que siempre han pensado en el fruto del laburo individual y no del colectivo que estaba siendo oprimido. Y por ahí ellas son mis pilares de trabajo que muchas veces es muy desgastante.”

Hablando de pilares y de desgaste, invitamos a preguntarnos cuáles son los de nuestra sociedad estos últimos años.

¿Recuerdan cuando parecía que varias provincias se incendiarían completamente todos los días? Eso sigue pasando. Reprimieron hoy en Andalgalá a quienes luchan contra el extractivismo, que produce esos incendios. Mientras tanto, centenas de bomberos forestales y brigadistas en todo el país trabajan aislados en parques nacionales, sin régimen jubilatorio, sin atención.

Que cuiden a nuestres laburantes, que cuiden nuestras tierras. No debería ser tan difícil, ustedes son dueños de la maquinaria. Si me preguntás a mí, apagar un fuego arrasante suena más complicado. Y acá hay dos que se animan a hacerlo siempre que se les llama. Gracias Luciano y Virginia.