En el año 2013 en El Salvador, con 22 años y enferma de lupus, una chica llamada Beatriz quedó embarazada por segunda vez. Los médicos recomendaron interrumpir ya que el feto no había podido desarrollar cráneo ni cerebro, además, de continuar el embarazo ponía en peligro su vida.

Pero los médicos se negaron a realizar el aborto. Temían más la cárcel que la muerte de Beatriz.

Para seguir, es importante conocer el contexto: 

Desde 1997, cuando se modificó el Código Penal, en El Salvador el aborto está completamente prohibido con todo causal y las mujeres que sufren emergencias durante sus embarazos son perseguidas para evitar que procedan.

En abril del 2013, Beatriz seguía cargando un embarazo obligada. Previendo el peor escenario, organizaciones internacionales de derechos humanos llevan el caso a la CIDH.

Se presentó un amparo a la Justicia pero fue rechazado. El embarazo debía seguir. Ya no había médicos que tuvieran el derecho a hacerlo, ya la muerte de Beatriz estaba sentenciada.

Aumentaron las protestas en las calles exigiendo el aborto para mantener a Beatriz con vida. La CIDH y organizaciones pedían que la Corte IDH intervenga.  La Corte IDH finalmente intervino en favor de Beatriz y obligó al Estado a interrumpir el embarazo.

81 días después, en mayo de 2013, Beatriz accede a la interrupción del embarazo, pero las afectaciones a su salud eran muy graves, necesitaba demasiados tratamientos médicos. Luego Beatriz demandó al Estado: exigió reparación y que ninguna otra mujer viva lo que ella vivió. 

En octubre de 2017, Beatriz murió por neumonía; había adquirido la condición luego de ser ingresada por un accidente. Su salud era frágil antes de esta tortura por la que el gobierno salvadoreño, católico y misógino, la hizo pasar. Su cuerpo no resistió más.

Eso pasa: en la lucha por la libertad e igualdad los cuerpos van muriendo, y no nos confundamos, no es el cansancio. Es el Estado que va matando con negligencia, misoginia, y solo construye subsecretarías y ministerios y nombrecitos y actos de campaña.

Que ninguna otra mujer pase lo mismo.