“(…)¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?

¿cuándo somos de veras lo que somos?

 bien mirado no somos, 

nunca somos a solas sino vértigo y vacío,

muecas en el espejo, 

horror y vómito, 

nunca la vida es nuestra,

es de los otros (…)”

-Fragmento de “Piedra del sol” de Octavio Paz-

¿Y cuánto vale morir siendo pobre? La esperanza de vida de les adultes mayores que viven en las villas o barrios vulnerados de la región metropolitana (AMBA), es diez años menor que les de Recoleta. Y hasta lo publicó la prestigiosa -dentro del mundo científico- revista The Lancet. La desigualdad y la precariedad, se cobran en años. La pobreza se extiende a nivel nacional y mundial, y la pandemia la ha desnudado y profundizado. Si sos pobre, te morís antes. Y encima no tenés derecho a una despedida porque tu familia no puede pagarla.

En la actualidad, en nuestro país, la cifra de fallecidos registrada por Covid-19 supera los $80.000. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) y su informe “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del trabajo en la Argentina urbana”, entre 2017 y 2020, el porcentaje de trabajadores pobres pasó de 15,5% a 27,4% y de 1,9% a 4,4%. Es decir, une de cada cuatro laburantes es pobre. El índice de pobreza del INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) llegó al 42% al término del segundo semestre del 2020. 

Y el costo promedio para un servicio fúnebre a nivel nacional es de $50.000. No dan las cuentas. El “cajón” puede valer desde 15 mil hasta 80 mil pesos. Y si la persona supera los 100 kilos se cobra un recargo a la familia. ¿Posta? Si. También sucede si su tamaño supera el metro noventa.

Es importante recordar que, además, hay un montón de gastos para enfrentar además del velorio. Estos suceden si reunís ciertos requisitos, como por ejemplo la sucesión, o el registro de herederos -tener una propiedad a tu nombre- donde pagas el 10%, pero si vivis en el conurbano es más caro. Si tenes propiedades millonarias, ese 10% puede no representar mucho, pero cuando tenés casi nada, es un montón.

El cooperativismo está a la altura, como siempre las instituciones comunitarias compensando el abandono del Estado: En pueblos como Saladillo y Las Flores existen cooperativas donde se paga una cuota mensual accesible que luego cubre el entierro. Por su parte, desde el Estado, Anses ofrece el servicio de reintegro pero cuenta con un trámite burocrático casi infinito. Tus vecinas y tus vecinos hacen una colecta por todo el barrio y florece la solidaridad, la comunidad, al servicio de la comunidad; pero la crisis te tira de las patas, aún cuando moris.

Todes tienen derecho a una vida y a una muerte digna pero hay un Dios llamado Estado que no lo permite.