Este sistema de justicia no es para todes. Ese es el chiste, (el chiste sin gracia): son más palos en la rueda que ruedas girando.

Elsa comenzó hace muchos años un juicio que empezó con un divorcio en 2003 y debía continuar con la división de los bienes. Comenzó a llevarlo adelante un abogado “que la quería como familia”, nos cuenta, pero después se borró. Ella logró su divorcio, pero el ex marido no le entregaba nada de forma voluntaria: entonces el juicio era imprescindible para que ella obtuviera lo que le correspondía. Ese divorcio tuvo un enorme problema: Elsa fue condenada por haber insultado, cuando denunció violencia de género y no se tomó esta denuncia. Elsa fue echada de la casa con sus hijos, y la justicia igualó su accionar mínimo con años de violencia de género, que aún persisten en los caprichos del hombre para evadir sus responsabilidades.

Cinco años tardó su divorcio. Cinco años le llevó terminar legalmente esa relación que había sido larga y dura, y marcada por la violencia que él ejerció durante mucho tiempo. Largo y duro fue también el proceso posterior que Elsa tuvo que enfrentar sin demasiado apoyo. Sin ayuda económica para sus hijos, y sin defensores que presionaran en representación del Estado para que se cumplan sus derechos.

Mientras iba a audiencias, hablaba y hablaba, y tenía que escuchar a testigues falsos, nadie le daba el sostén ni ayuda que Elsa necesitaba. En más de una ocasión, ella sospechó y descubrió que las personas que declaraban como testigo para la otra parte eran parientes con un vinculo directo a su ex pareja. En una audiencia junto a Elsa, vimos declarar a una mujer que tiene un hijo con este hombre, fingiendo ser una vecina, pero nadie se encargó de evitarlo ni controlarlo, y ahí estaba denigrando a Elsa y defendiendo al violento. Y ella tuvo que escuchar a estas personas, e investigar, sola, con sus recursos para denunciar quién era esta persona en particular..

Fue solo ella, junto a afectos y a las amigas “que no me dejaban de pinchar”, quien siguió firme insistiendo con su juicio, trabajando como portera de un edificio además de otras changas y criando a sus hijos en la llegada a la adolescencia y luego, a su nieta. Todo esto no la frenó; Elsa juntó el aguante que a tantes nos faltan y se formó como enfermera.

Faltaba muy poco para que su caso prescribiera cuando Elsa contactó con nuestro equipo de abogades siguió su proceso, reclamando por supuesto todo lo que debía dividirse con el divorcio años atrás. Recién cuando logramos el embargo de una 4 x 4 Elsa pudo comenzar a recibir algo del dinero. Los ritmos de la “justicia” son muy lentos, pero mucho más para una mujer que sufrió violencia en su hogar y luego sufre las violencias y trabas de llevar adelante el reclamo por sus derechos. 

Elsa es parte de La Defe de alguna manera, viene a nuestra sede y nos alegra su llegada con tortas y sus palabras fuertes y llenas de aguante. Terminamos la charla reflexionando sobre todo lo que fue cambiando para los casos de este tipo en nuestra Justicia. Elsa se ríe y dice “fui abandonadora de hogar”. Y sí, esa era una causal de divorcio desfavorable para la mujer, como el adulterio; pero no la violencia de género. Ella ve que “las cosas se facilitaron un poco para las mujeres”, nosotres creemos que deben facilitarse más.

Hace unos meses terminó su juicio. Ahora sí: el ex marido debe darle a Elsa lo que le corresponde. Seguiremos presionando como sea necesario contra sus caprichos y para que se concrete este resultado, pero esto ya está, finalmente Elsa lo consiguió. Elsa hoy está a una tesis de ser Licenciada en Enfermería, se emociona y se ríe con orgullo cuando explica todo lo que le costó llegar hasta donde llegó. Fue ella, es ella y nos llena de emoción poder compartir su historia.