Pablo Bochard, de 31 años, es realizador audiovisual independiente y estudia Artes Audiovisuales en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Además de trabajar como camarógrafo, editor y sonidista, da un taller de comunicación popular y realiza coberturas en Villa Fátima con La Poderosa. Llegó a participar en un videoclip para un puntero de Mauricio Macri en la villa 1-11-14 y también en otra que se filmó en un pueblo bonaerense entero, entre otras experiencias que lo marcaron a fuego. “Algo que me gusta de lo audiovisual es que con la cámara no sabés a donde vas a entrar, a veces son lugares re locos”, nos comenta.

Sus primeros trabajos fueron autogestivos e independientes -algo común en el oficio- y consistieron en grabar obras de teatro, músicos y bandas. Una de estas iniciativas tomó forma colectiva y se llamó “Nueva canción del sur”, el cual duró 3 años y consistía en organizar fechas de recitales y producir videos de sesiones acústicas con los artistas para promocionar los shows. “Ahí conocí mucha gente, me fui fogueando mucho y me permitió aprender a laburar, a aprender el oficio”, sostiene. 

Si bien la carrera de Artes Audiovisuales en la UNA dura 5 años, a Pablo se le extendió el doble de tiempo debido a las dificultades que implica compatibilizar sus estudios con el oficio, a pesar de que la facultad cuenta con flexibilidad horaria. “Me ha pasado de que me han salido grandes trabajos en momentos de examen y entonces tenés que decidir. Está bien, son dos fines de semana y te asegurás bastante plata, pero toda esa materia la perdiste sólo por ese laburo. Te pone en esa disyuntiva todo el tiempo”, señala. A este punto hay que sumarle el hecho de que en casi todos los trabajos audiovisuales no se pide título habilitante, lo cual genera que muchos terminen dejando la carrera.

Ser realizador audiovisual hoy 

De todas formas, Pablo plantea que desde que comenzó su carrera el oficio cambió radicalmente, mientras que la UNA no modificó sustancialmente sus planes de estudio: “Hoy en día está mucho más a mano de la gente el poder producir y editar videos. Eso hizo que la oferta y demanda de contenidos aumentara, pero la calidad disminuyera. Entonces, mucha gente puede empezar muy rápido a hacer contenido, pero las condiciones laborales se están yendo a la mierda”.

Siguiendo esta línea, indica que anteriormente el trabajo de realizador audiovisual solía estar altamente calificado y gozaba de mayor estabilidad, lo cual contrasta con la actual proliferación de la modalidad de monotributo y la ausencia de gremios activos. La causa principal de este último eje, según Pablo, es que muchos laburantes trabajan de forma individual en su propios espacios, lo que dificulta la construcción de empatía entre sí.

“En las productoras que ofrecen trabajo fijo te piden cosas que ya no lo podés creer. Antes tenías que saber solamente edición y ahora tenés que saber también after effects, animar, 3-D, 4-D, Html… como 20 programas. Además, por ahí haces un poquitito de todo eso. Es como que te digan: che, ¿Venís tipo banda? Tenés que saber un poco tocar la guitarra, el piano, tenés que saber mezclar, grabar el disco, cantar, organizar la fecha”, agrega en relación a las condiciones laborales actuales. En este contexto, los trabajos que más lo ayudaron a financiar sus proyectos de cortometraje fueron los de sonidista -la persona que sostiene la caña en los rodajes-, la edición de videos de todo tipo y las coberturas fotográficas. 

El primero de los cortos que dirigió se llama “La Revancha” y trata sobre una historia de amor atravesado por el ajedrez. Se estrenó en un festival organizado por la UNA en el Konex y luego ganó el premio “Cinear” en el festival “Rec” de La Plata, de modo que ahora es posible disfrutarlo en la plataforma Cine.ar Play. 

Su siguiente corto, “La Noche al Sol”, es más extenso y trata sobre otra relación afectiva que transita durante un año nuevo en Buenos Aires, en el marco de una crisis económica. Con la participación de las actrices Luciana Grasso y Sofía del Tuffo, logró quedar en el Bafici y en numerosos festivales locales e internacionales, algunos de España, Chile y República Dominicana. 

En tanto, el último cortometraje que realizó está ambientado en la década de 1970 y trata sobre una chica que tiene una familia cómplice de la dictadura y queda embarazada durante el mundial, una situación que no se la puede contar a nadie. “Los Silencios” se estrenó en Zaragoza, España, donde ganó una mención, y también en otro festival del mismo país, que le otorgó tres premios.

Precarizados Ya

“En 2017 el mundo audiovisual se empezó a ir a la mierda. Ya era común escuchar la frase: no hay trabajo. La gente que más estaba laburando terminó diciendo: no lo puedo creer, voy a tener que agarrar esto que no voy a cobrar nada, pero no queda otra. Ese año empecé a buscar laburo de lo que sea y justo acá estaba comenzando Pedidos Ya”, relata. Bajo la modalidad de relación de dependencia y part-time, trabajó 2 años para la empresa de delivery, que de a poco fue implementando distintas formas de precarización laboral. 

En un principio, los trabajadores de Pedidos Ya se reunían en un lugar fijo al inicio de cada jornada para organizarse con la distribución de los envíos, ya que los equipos se dividían por zonas. Sin embargo, cuando Rappi apareció con su modalidad de monotributo Pedidos Ya la copió. “Fue muy terrible porque nos dijeron: ya no hay más zonas, los pedidos te pueden llegar de cualquier lado. Una vez me pasó que tuve que ir de Plaza Serrano a Puerto Madero y de ahí a Flores. Era imposible y le avisaba al soporte técnico que el pedido iba a llegar frío, pero te decían que lo entregues igual”, recuerda.

Otro truco que encontró la empresa fue modificar el sistema del soporte técnico: pasó de estar situado físicamente en Plaza Serrano, barrio porteño de Palermo, para después ser trasladado a un séptimo piso de una oficina en el barrio de Belgrano. El grupo de Whatsapp del soporte dejó de funcionar y las oficinas empezaron a atender solamente en Uruguay. “Una despersonalización absoluta, te van haciendo todo para que no tengas a quien reclamar y todo se burocratice. Esa modalidad de trabajo se prohibió con una ley, pero la empresa nos dijo: sigan trabajando, pero que no se den cuenta”, añade Pablo. 

En enero de 2019, Pedidos Ya despidió a la mitad de su personal, por lo que muchos de sus trabajadores se pasaron a la competencia, mientras que otros decidieron tomar la sede para reclamar que les paguen sus indemnizaciones. A Pablo lo trasladaron a otro puesto, armador de pedidos en supermercados, pero duró pocos meses porque decidió irse a España a fines de ese año debido a la difícil situación que estaba pasando el país. 

COVID-19

Tras buscar trabajo durante dos meses en Madrid, se enteró de que en Argentina se iba a llevar a cabo el “Talents”, un festival muy reconocido que organiza la Fundación Universidad del Cine (FUC). Como no se lo quería perder, decidió sacar pasaje de ida y vuelta en febrero de 2020 con el objetivo de volver en abril. Nunca se imaginó que debido a una pandemia se iba a quedar varado y que iba a volver a la Argentina en un vuelo de repatriación. La emergencia sanitaria obligó al “Talents” a reformularse bajo modalidad virtual y también frenó numerosas posibilidades de trabajo para todos sus participantes y espectadores. 

“Ese fue todo un período que me obligó a pensar qué hacer. Me empezaron a salir laburos de edición, como motion graphics para redes sociales, que me salvaron y hoy en día me siguen saliendo. Este año empezaron otra vez los rodajes y ahí estamos viendo a ver qué pasa porque todo el mundo quiere salir a hacer cosas, pero de vuelta hay mucha crisis. Ahora empecé a escribir literatura y trato de pasar todo lo que hago a guión. También empecé a editar videoclips, pero lo que más quiero es grabar mis historias. El tema es que dependés de muchas condiciones materiales e incluso políticas”, reflexiona. 

Anécdotas a rolete

Uno de los trabajos de Pablo consistió en editar videos de unas conferencias que realizaba un millonario llamado José Jiménez, perteneciente a la comunidad bolivana. Duraban cerca de tres horas y al editor le daba la sensación de que era “medio vende humo”: “Decía cosas como: el éxito es como una escalera, algunos están abajo y otros están arriba. Era como un personaje de Los Simpson. Encima me corrían con la plata porque ellos tenían otra editora que después pasó a ser conocida. La cosa es que hace dos años me acordé de ese tipo que hacía las conferencias y lo googlié. Me salió: ‘Capturaron a José Jiménez después de estar prófugo en Bolivia por estafa’. Todas las empresas que tenían eran re fantasmas y era alto fugador de guita. Me salió también: ‘El hombre que decía que era zapatero y que se hizo millonario’.

Uno de los rodajes que jamás va a olvidar es uno que le permitió tener a prácticamente todo el pueblo bonaerense de Alberti a su disposición. El conductor del canal de televisión de la localidad invitó a dos amigos de Pablo a pensar en guiones para el proyecto, que comenzó a grabarse a inicios de 2016. Al principio se pensó como una serie, pero se terminó pasando a largometraje por complicaciones de presupuesto. El primer capítulo trataba sobre unos mosquitos que terminan generando una cuarentena estricta en la localidad, además de una pandemia mundial. Su protagonista es un joven que viaja al pueblo para conocerlo, ya que ahí vivió su abuelo, pero se queda sólo y empieza a vivir una aventura.

“Fue una locura increíble. Charlamos con el intendente, dormimos en una escuela en el medio del campo, grabamos en la iglesia, en la comisaría, casi que cortamos un puente y los vecinos re copados. A mi casi me internan porque me quemé con el sol y me tuvieron que llevar al hospital”, cuenta Pablo. Lo único que lamenta es que el proyecto, llamado “El Vuelo del Moscardón”, fue perdiendo fuerza con el tiempo debido a diversas complicaciones. “Uno de los protagonistas es un viejo de 80 años que nos contaba que tenía problemas en el corazón y tenemos miedo de que se muera antes de que la terminemos”, concluye.