La sociedad, que ya está rota, se rompe un poco más. En las últimas semanas se dividió entre quienes pedían prisión perpetua para los que mataron a Fernando y quienes no decían nada para evitar olas de haters que atacaban a quien no haya querido encerrar de por vida a los rugbiers. O a cualquier pibe, bah.

Para nosotres se trata de ir más allá del castigo como salida a cada crimen. En el caso Dupuy, en el de Fernando, en todos. Duele pensar que lo único que se nos ocurre como sociedad para resolver la violencia es más violencia.

También hablamos de Burlando, el abogado show que hará de esta tragedia su plataforma electoral. Quienes intentamos pensar en profundidad la problemática de la violencia, los discursos de odio y las masculinidades tóxicas somos tildades de “prorugbiers”, “sacapresos” y “garantistas”. Como si defender las garantías individuales y colectivas fuera un insulto.

El nivel de odio y ceguera actual es alarmante. Pidieron que “ojalá se les muera un hijo para que entiendan el dolor”. Como si para entender el dolor de un otre fuera necesario sufrirlo.

Pero sí, sabemos que la respuesta punitiva es el resultado de esta sociedad individualista y neoliberal que se corre cada vez más a la derecha. Ayer todes estaban esperando escuchar la palabra perpetua. Incluso organizaciones y activistas amigues salieron a despegarse de posturas antipunitivistas, aclarando que “las feministas también piden perpetua” en el caso Dupuy. Pues nosotras queremos despegarnos de esa postura: Las feministas de La Defe sabemos que la cárcel nunca frenó violaciones, violencias y abusos infantiles. No lo empezará a hacer ahora.

Ayer mucha gente celebró este espejismo de “justicia”. ¿Esto es justicia; que se pudran en la cárcel? ¿Eso festejan? ¿Que sus padres sufran como los padres de Fernando? Mientras se multipliquen los muertos, las violencias y los discursos de odio no nos verán entre les acusadores que exigen sangre y definen justicia desde el odio a la otredad.

El desafío no es construir más cárceles, sino reconstruir una sociedad rota y atravesada por odios y violencias cada vez más extremos. Salvar la humanidad que nos queda, quizás, antes de que ya no quede nada.