De noche y en medio de un apagón, la policía bonaerense, comandada por Sergio Berni, avanzó sobre la recuperación de tierras de los cuatro barrios de Guernica. Dispararon perdigones de plomo, incendiaron casas y hay al menos 35 detenidxs. Vecinxs de la recuperación también denunciaron al menos dos mujeres muertas y un joven desaparecido. Hay cortes en el Obelisco, Puente Pueyrredón, Panamericana y 197 y otros puntos de la provincia para repudiar el operativo.

Hace tres meses, 2500 familias comenzaron a imaginar un barrio en un descampado del municipio de Presidente Perón. Son hectáreas desocupadas hace años, supuestamente propiedad de una constructora -El Bellaco S.A.-, que nunca presentó los títulos de propiedad en regla. En contraposición, lxs delegadxs de cada uno de los cuatro barrios que se diagramaron, junto a las facultades de arquitectura de la UBA y la UNLP, presentaron el proyecto con plazas para lxs niñxs y viviendas dignas. Ofrecieron su mano de obra a cambio del espacio.

Guernica es la más grande, pero no es la única recuperación de tierras: la pandemia y su gestión política arrojaron a 18 millones de personas bajo la línea de la pobreza, lo que agravó la crisis habitacional. A lo largo del país, con una alta concentración en la provincia de Buenos Aires, cientos de miles de familias levantaron casillas en terrenos descampados. Casillas de nylon, de barro, alguna que otra carpa. Muy lejos de una vivienda digna.

El Estado se hizo presente, porque de una u otra manera el Estado siempre está presente. Para extender una solución o para reprimir. Esta vez, la respuesta fue represión. Hace algunas semanas desalojaron familias de la Patagonia y La Matanza. Hubo balas, gases y heridos. Y las familias de nuevo a la calle. Esta madrugada fue el turno de la más grande.

Es cierto que en los días previos se armó una mesa de negociación. Pero la solución que propuso el ministerio de Desarrollo Social provincial, encabezado por Andrés Larroque, y con Juan Marino como mano derecha, fue extorsiva: monedas a cambio de abandonar la tierra. Monedas que no contemplan la situación de extrema desigualdad que atraviesa a las personas que habitan una recuperación. Que quede claro: nadie participa de una toma por diversión. Una ocupación es un grito de auxilio y una sentencia: el Estado está, pero mirando para otro lado.

En los días que se mantuvo la negociación, el gobierno provincial y sus funcionarios fueron impermeables. Nosotros proponemos, ustedes acatan. Si no acatan están en rebeldía y los podemos desalojar. No hubo lugar al pedido de vivienda digna. Es decir: no hubo lugar para los derechos humanos. Organizaciones sociales, partidos políticos y organismos de derechos humanos fueron quienes se solidarizaron con las familias y se acercaron con donaciones. Incluso hubo profesionales de la salud que por autodeterminación montaron puestos de atención médica. Un médico hizo un diagnóstico preciso: la peor pandemia es la policía.

Esa policía que durante los tres meses que se extendió la recuperación bloqueó los accesos al descampado, secuestró comida y agua, aterrorizó durante la noche a las personas que dormían e incluso una vez disparó sus armas reglamentarias contra un grupo de adolescentes de uno de los barrios, hiriendo a un chico.

Entrada la madrugada de hoy, la bonaerense cortó la luz. Esa fue la señal para avanzar. El cordón de escudos y botas arrasó con todo lo que estaba en su paso disparando gases, perdigones de plomo y dando palazos. Detrás de ellos quedaron casillas ardiendo en llamas, sin importar qué o quiénes estaban dentro. Desde el cielo comandó Sergio Berni, el ministro de Seguridad de Axel Kicillof, conocido por su fantasía de emular a Rambo. En pocos minutos el pasto estaba cubierto de cartuchos y, contra una pared, 35 detenidxs, entre lxs que hay chicas menores de edad y militantes de organizaciones. Todo acompañado por el silencio cómplice de la militancia, que todavía no entendió que apoyar no es justificar todo.

La propiedad privada, custodiada por el Estado, su gobierno y el aparato represivo, respira tranquila. Patricia Bullrich y todo Cambiemos festejan. Porque en Argentina la propiedad privada se respeta.

*Foto de Agustina Byrne

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