¿Quién no escuchó alguna vez decir “Esto solo pasa en Argentina”; “En Europa o Estados Unidos nadie protesta”; “El sindicalismo no existe en otro lugar”? Lamentamos pincharles la burbuja, pero la lucha de la clase trabajadora es mundial y justo ahí, donde parece todo perfecto, en este momento es un  gran punto de ebullición. Ya lo sabemos, porque lo padecemos, la crisis económica del Covid 19 y la guerra Rusia-Ucrania no serán gratis para nadie, pero la realidad indica que desde mucho antes se venía gestando y hoy ya no da para más. Claro que no es la primera vez que vemos trabajadores europeos o estadounidenses pidiendo lo que les corresponde, pero ¿damos una vuelta para ver qué pasa ahora? 

Lo que más llamó la atención en estos días es el paro de les trabajadores ferroviarios en Reino Unido. Tiembla la corona y la panacea de lo que está bien por su economía estable y separada de la Unión Europea. Ahora más de 40 mil trabajadores paran para que mejoren sus salarios ante una inflación interanual del 9%. Si, si nos comparamos es poquísimo, pero cuando no alcanza para tener una calidad de vida decente  hay que salir a la calle donde sea. Desde el sindicato afirman que desde marzo del 2020 tienen sus salarios congelados, algo que hizo que muches laburantes tengan que salir a pedir asistencia alimentaria en comedores comunitarios. Todo mientras también hay amenazas de reducción de personal. 

En las calles el día sábado hubo una protesta masiva en pleno centro de Londres- donde semanas atrás se realizó el Jubileo de platino de la Reina Isabel tirando manteca al techo- en la que miles de personas le pidieron a Boris Johnson que tome medidas contra el aumento del costo de vida y a los salarios de la mayoría de les trabajadores que en algunos casos hace más de 10 años que no reciben un incremento. 

Según el diario The Guardian, 9 de cada 10 trabajadores que realizan home office no volverían a la presencialidad. ¿Por la comodidad de su hogar? No, para evitar el gasto que le genera el transporte que volvió a aumentar. 

Un panorama parecido están teniendo les trabajadores de diversas líneas aéreas y aeropuertos europeos. Durante el confinamiento hubo despidos en todas partes debido a la baja demanda, aún cuando los gobiernos establecieron diferentes mecánicas como el ERTE y la inyección de capital para evitar quiebres masivos. Ahora, en plena temporada de verano europea, los aeropuertos son un verdadero caos ya que debido a la falta de personal, se retrasan todas las operaciones. Quizás no fue una buena idea la de echar gente, ¿no? Debido a la sobrecarga de trabajo y los salarios bajos que no fueron actualizados paran los controladores, los pilotos, los tripulantes de cabina, el personal de seguridad, los que llevan las valijas…Todos. 

En Bélgica, por su parte, ya van por cuatro huelgas generales. El 20 de junio fue la última con una gran adherencia. El problema es el mismo: inflación por las nubes, aumento de servicios y salarios por debajo de lo que pide el nivel de vida. 80 mil personas salieron a protestar siendo la marcha más grande de los últimos 30 años. 

Sindicalismo, también

En Europa les laburantes están sindicalizados hace años y muchas de esas luchas se fueron exportando. Quizás en otros países si es más un bicho raro, la cosa mal vista, porque qué peor para el empresariado que trabajadores unidos. En nuestro país para muches es mala palabra, pero lo dejamos para otro capítulo. 

En Estados Unidos las luchas obreras también se han dado, basta con recorrer la historia y repasar lo que sucedió con los Mártires de Chicago o ese 8 de marzo de 1857 en Nueva York cuando las costureras tomaron las calles. Pero estamos, mal, acostumbrados a ver nuevas empresas con CEOS que recién salen del colegio y ponen una hamaca paraguaya para dormir la siesta o muchos snacks para mantener contento al personal y listo, aplaudimos. ¿Derechos laborales? ¿Qué es eso? ¿Se come? 

Muches laburantes emprendieron una batalla bastante difícil, pero histórica, que fue la de armar sus propios sindicatos en esas empresas donde todo parece lindo, puro y cero tóxico. En abril, les laburantes de Amazon Nueva York lograron el suyo luego de que la empresa les prohibiera cualquier actividad sindical desde hace 27 años. Es que mientras Bezos se llena los bolsillos, quienes están en los depósitos con las cajas viven un calvario. 

El caso Starbucks también es para destacar: más de 100 tiendas de todo el país votaron para tener representación sindical. A la cadena de la sirena no le gusta que sus trabajadores se organicen y pidan que la hora de su salario valga más que el café del día. Y para saborear aún más la victoria: en Seattle, ciudad de nacimiento de la empresa, la aprobación fue unánime. El triunfo de los trabajadores de la cafetería fue un pilar para que desde otras cadenas de fastfood empiecen a pensar en organizarse. Ahora la ola de sindicalización llegó a las tiendas Apple quienes también buscan mejoras salariales y protección laboral. 

Con todos estos ejemplos no queda duda de que la organización es la clave acá, la puesta en común de las necesidades y derechos de los trabajadores permite visibilizar sus situaciones en concreto y la lucha por un salario justo ya sea en Reino Unido, en Estados Unidos y en cualquier parte del mundo.