¿De qué hablamos cuando hablamos de soberanía? Dice Wikipedia que  “la soberanía es el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente, ​ sin interferencias externas” . Pero a la hora de ver la realidad el concepto sobra por todos lados. Si, es muy bonito sentir que somos soberanes de un territorio y muches dieron la vida por esto. ¿Pero qué pasa en la actualidad?  ¿Somos realmente soberanes de nuestra tierra? Es cierto que desde 1982 no tenemos una guerra, ni amenazas latentes que atenten contra nuestro territorio de forma bélica, por lo que algunos conflictos mundiales se ven literalmente por la tele. Y quizás esa es la cuestión: no hay una amenaza como tal que nos haga salir de nuestra comodidad para cuestionar lo que está pasando. No hay misiles, no hay ciudades devastadas, ni bombardeos. Pero sí hay toda una serie de hechos que se disfrazan peligrosamente de progreso y es en donde se desata una guerra silenciosa, pero no porque lo hagan a escondidas, sino porque el blindaje mediático juega un rol fundamental. ¿O acaso los grandes medios hablan de megaminería, de exploración marina o de la Hidrovía Paraná-Paraguay?

Hace poco estuvimos en Andalgalá, Catamarca conociendo de cerca la lucha de los pueblos por defender el agua y la vida de quienes habitan ese suelo. La historia tiene más de 10 años cuando la empresa minera Agua Rica – de capitales canadienses- se instaló para extraer minerales, sin estudios de impacto ambiental y con graves consecuencias para les habitantes quienes hasta hoy siguen marchando pese a la represión y a la dictadura minera que se vive en el lugar, donde lisa y llanamente se avasallan los derechos humanos a costa de un sobre bastante grande. El mecanismo es simple y espantoso: vienen, explotan la tierra por 20 años, hablan de progreso, dejan un desastre ambiental irreparable y se van. Quienes se quedan pagan las consecuencias y ya sabemos que son los mismos de siempre. 

Esto se repite en distintas partes del país, donde con el aval de diversos gobiernos tanto nacionales como provinciales, se le ha dado el visto bueno a estas compañías extranjeras para que hagan lo que se les dé la gana, incluso derramar cianuro (caso Barrick Gold) sin mayores consecuencias que alguna multa que se paga con medio día de extracción. 

También hay ejemplos de acceso a la tierra, como es el caso de Lewis que hace mucho tiempo se compró un cuarto de Patagonia y tuvo el tupé de cerrar el acceso público al Lago Escondido. Todo con el aval de la justicia y los gobiernos de turno, porque a Lewis nadie se le ocurriría desalojarlo o reprimirlo, porque la sangre europea tira un poco más que la Mapuche, sobre todo cuando disparan balas. 

Ante estos hechos resulta un poco difícil hablar de soberanía argentina, incluso cuando hay políticos que lo ponen como eje de sus discursos. No se puede hablar de soberanía cuando vienen por el agua, las tierras y las vaquitas- que hace rato son ajenas-. Mucho menos cuando se violan los derechos humanos de manera sistemática, pero silenciosa como no queriendo que se entere nadie. Igual no queremos tirar tantas pálidas en este domingo, también remarcamos que por suerte hay mucha gente luchando desde las asambleas, encuentros, coordinadoras y organizaciones. Como siempre decimos, la salida es colectiva. Y en eso estamos.