Hay una buena y una mala: la buena es que aumentó el empleo. La mala es que bajó la calidad, por lo que les laburantes no llegan a fin de mes o llegan raspando. 

¿Cómo llegamos a este punto? Desde el macrismo, con sus políticas de ajuste, hasta la actualidad con una pandemia en el medio y una deuda inalcanzable con el FMI, se hace cuesta arriba mantener un poder adquisitivo aceptable.

Los números oficiales nos muestran que hubo una suba de 0,2% en el empleo en febrero, lo cual da  14 meses consecutivos con creación de puestos de trabajo.  Esto significa que hay 61 mil empleos más que antes de la pandemia. La tasa de desempleo actual es del 7%, mientras que la subocupación alcanza el 12.1%. 

Si la comparamos con los periodos que van desde 2016 a 2019, la reducción es considerable ya que el gobierno de Macri había arrancado con un piso de 7,2% de desocupación y terminó con un 10%. El número llegó al 13,1% durante la pandemia donde algunos sectores se vieron fuertemente afectados por los cierres o reducción de trabajo.

¿Entonces lo que tenemos actualmente son números buenos? No tanto. Según la Encuesta Permanente Hogares, cuyos datos fueron analizados por el investigador del Conicet Jorge Paz, el empleo asalariado -y registrado- se retrotrajo 1,7 puntos entre el tercer trimestre de 2016 y el mismo periodo de 2021, pero la informalidad aumentó un 1.4%, explicó el profesional en Chequeado.com. 

En todo esto, hay un detalle no menor: durante el último año el monotributo social creció un 23.4%, mientras que el independiente subió un 5,7%.

En lo que refiere netamente a salario, según el INDEC podemos observar que entre enero de 2017 y enero de 2022, hubo una caída de 18,5%, aunque los informales perdieron un 26.2%.

Por otro lado, según el informe sobre la situación del mercado de trabajo, realizado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina,  “persiste una importante desigualdad entre los trabajadores y se amplió la brecha entre quienes más y menos ganan. En el cuarto trimestre de 2017 el ingreso laboral del 10% de los ocupados con mayor ingreso equivalía a 18,4 veces el promedio del 10% con menores ingresos; en el mismo trimestre de 2021 esa brecha creció hasta 24,1 veces. En comparación con la situación previa a la pandemia, el ingreso laboral del 10% con mayores ingresos creció 11,8% en términos reales, mientras el estrato medio continuó cayendo y el más bajo apenas se sostuvo”. En tanto explican que “la incidencia de la pobreza y de la indigencia resultaron del 36,1% y 8,0%, respectivamente, en el cuarto trimestre de 2021. Es decir, se trata de niveles inferiores a los previos a la pandemia. El descenso se vio limitado, sin embargo, ante la falta de recuperación en los ingresos de los hogares respecto de ese momento y, más aún, respecto de valores previos a la crisis de 2018-2019”. 

Ante el panorama actual que nos encuentra con una pobreza del 37,7% y una inflación del 58% interanual, es casi imperceptible este aumento sostenido de empleo que se menciona al comienzo. Puede haber más trabajo, pero la gran mayoría de les laburantes tiene  que hacer algo extra para sobrevivir por lo que la mayoría tiene dos o tres trabajos o alguna changa. Tampoco olvidemos a les jubilades que trabajan aún con edad avanzada ya que los haberes mínimos no cubren la canasta básica y mucho menos pueden utilizarlo para pagar un alquiler. Tampoco podemos dejar de hacer hincapié en los trabajos de cuidado que en su mayoría son llevados a cabo por mujeres que terminan trabajando el doble, aunque percibiendo una sola remuneración a cambio.  

El IFE, el refuerzo y todos y cada uno de los planes brindados como paliativos ante la falta de poder adquisitivo, son meros parches. La plata no alcanza, 

Por la Ciudad

Un estudio realizado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, brinda un panorama respecto a los resultados de la economía de la Ciudad de Buenos Aires pos pandemia. En el mismo se observa que la desocupación  marca el 7,2% y la subocupación, el 9,6%. Ambas tasas son menores a las registradas en 2020 y 2019, pero el número sigue siendo alto.En cuanto a la brecha de género explican que “la desocupación pega con mayor potencia sobre las mujeres quienes marcan un 8,5%, cuando para los varones es del 6%. También la recuperación es más rápida para ellos: en 2021, baja 39% respecto de 2020 y 14,3% respecto de 2019. Entre las mujeres esas comparaciones dan -18,3% y -7,6%,

respectivamente. La tasa de empleo entre las mujeres (52,9%) quedó, en el año 2021, 13,4 puntos porcentuales por detrás del empleo de los varones: 66,3%”.

Otro dato que preocupa es el empleo joven, justo el rango que mayor marketing realiza el gobierno de Larreta. Según el IPyPP, la población joven (de 15 a 29 años), tiene el peor registro de la ciudad: 17,5% de desempleo. “Este registro empeora para los más jóvenes entre los jóvenes: entre los 15 y 18 años la tasa de desocupación alcanza el 37,9%. Quienes registran desocupación entre los 19 y 24 años alcanzan el 23,6% y los

jóvenes de entre 25 y 29 años registran una desocupación del 10,2%”.  De todo este espectro el 41,3% tiene trabajos precarios.

Si a esta estadística hay que sumarle el casi nulo acceso que tiene la juventud a la vivienda, solo hablando de alquiler y no de casa propia, estamos ante un panorama preocupante ya que a corto y mediano plazo no hay políticas para revertir esta situación. En el mientras tanto solo se cuenta con “prácticas” laborales en los últimos años del colegio secundario que sólo son un disfraz para la mano de obra barata o gratuita, ya que les alumnes no reciben remuneración a cambio. ¿A qué clase de futuro estamos apuntando?