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Vienen por todo

By 2 octubre, 2022Sin comentarios

“Están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal”, dice Charly García en “Bancate ese defecto” y bien puede enmarcarse en lo que viene sucediendo en las últimas semanas. Hay algo que se está moviendo y ese algo molesta. Ese algo es la lucha de trabajadores y estudiantes. ¿Les suena el escenario? Claro que sí porque ya lo vimos muchas veces, primero en los libros, después en la calle. 

En el plano laboral la lucha de los trabajadores del neumático tomó protagonismo. Después de seis meses de negociaciones durísimas, esta semana llegaron a un acuerdo. ¿Qué pasó en el medio? Por un lado los mismos de siempre, que podemos sintetizar en María Eugenia Vidal y José Luis Espert, se encargaron de generar nuevamente una figura demonizada de la lucha de los laburantes y de su sindicalización. Pero Espert fue más allá y pidió “bala” para quienes estaban acampando en el Ministerio de Trabajo. Pidió bala después de un intento de magnicidio hacia la vicepresidenta de la Nación. 

Pero quizás el punto más fuerte del conflicto llegó desde el propio ministro de Trabajo, Claudio Moron, quien los denunció penalmente y luego el ministro de Economía, Sergio Massa, amenazó con importar neumáticos en caso de que el conflicto no se destrabara. Ante esta situación, los trabajadores del neumático de Brasil salieron a marcar posición y dejaron en claro que no le iban a vender ninguna llanta en solidaridad con sus colegas de Argentina. Solidaridad que el propio Gobierno que se jacta de tener ese calificativo no solo no la tuvo, sino que además marcó una clara línea persecutoria a favor de las patronales. A veces no hace falta meter “bala” para reprimir. 

En este mismo contexto también hay un acampe en el Ministerio de Desarrollo Social y para mañana se planifica un club del trueque en Plaza de Mayo. Dejavú constante y oídos sordos para los reclamos. En los barrios la mano está jodida y por acá solo podemos percibirlo desde Buenos Aires, pero las luchas se multiplican en todo el país. Hay humo y fuego, pero no hay Ley de Humedales; hay agua contaminada, pero se favorece al extractivismo de las megamineras; hay pueblos enteros fumigados y mucha gente con cáncer; pero primero está la soja. 

“El horno no está para bollos”, decían nuestras abuelas y hoy estamos en esa. 

En lo que refiere puntualmente al Gobierno de la Ciudad, no solo hubo protestas y paros de docentes y profesionales de la salud (dos de los sectores más golpeados por el macrismo de la Ciudad), sino que también más de 20 escuelas secundarias se encuentran tomadas por sus estudiantes. Los motivos son claros: buscan mejoras edilicias y viandas de calidad alimenticia y no sánguches duros. También hay otro muy importante: basta de pasantías precarizadoras en lugares donde solo se benefician los empresarios por no tener que pagarles un mango. ¿Cuál fue la respuesta de esto? ¿El diálogo? No, la persecución policial. Todos los colegios fueron “visitados” por patrulleros durante varias noches. Pero eso no es todo: El Gobierno de la Ciudad, con la ministra de Educación Soledad Acuña a la cabeza, denunció penalmente a las familias de les estudiantes con la amenaza de hacerles pagar el sueldo de les docentes por los días que las escuelas estén tomadas. Quieren reprimir inculcado miedo. Ya lo vimos a esto, ¿no? Por suerte del otro lado les pibes y sus familias resisten, no se dejan amedrentar por este Desgobierno de la Ciudad. 

El panorama para el 2023 es desolador. Ya nos están anunciando que vienen por todo, otra vez, y la realidad es que nos están sirviendo en bandeja para que así sea. ¿Qué nos queda por hacer? No tenemos fórmulas, ni brújulas, ni guías, pero no nos cansamos de decir que la salida es colectiva y definitivamente no puede seguir siendo todo tan normal.