Celina Franco – Residente de Inmunología pediátrica en el Hospital Garrahan.
Con muchas ilusiones Celina dejó la provincia de Misiones para comenzar su residencia en Pediatría en la Ciudad de Buenos Aires hace 6 meses donde se encuentra haciendo una residencia posbásica. Es una de las pocas pediatras que se dedica a la Inmunología, una especialidad relativamente nueva, cuyos profesionales están principalmente concentrados en CABA. En este momento les residentes se encuentran en una lucha histórica. Y si bien todes poseen una vocación y profesionalidad indiscutible, esto no paga servicios, alquileres ni comida. Hace casi dos meses que se encuentran pidiendo una actualización salarial para poder sobrevivir en esta ciudad que todos los días expulsa gente. La respuesta de los funcionarios, en especial de Fernán Quiros -ministro de Salud de CABA- es casi nula o esquiva.”Llegar hasta acá es un punto de quiebre para nosotros porque no queremos dejar nuestros hospitales, pero no sabemos qué hacer”, nos comenta Celina y agrega: “La realidad es que desilusiona mucho que no haya ningún tipo de respuesta y lo que respondieron en su momento hace tres semanas fue una tomada de pelo. Lo vivo con mucha angustia porque en realidad yo no quiero estar en la calle. Yo quiero estar en mi hospital trabajando, haciendo lo que sé hacer y formándome, que es por lo que estoy acá. Por eso dejé a toda mi familia en Misiones y estoy acá sola. Es triste”. También sostiene que estar en esta lucha no significa abandonar a les pacientes de ninguna forma, ya que mientras están en las marchas o en alguna asamblea, siguen pendientes de elles.
En la pandemia les profesionales de la salud fueron un eslabón más que importante y estuvieron ahí ante algo desconocido, con sus propios miedos, con compañeres que se murieron y una precarización laboral terrible. Así y todo se mantuvieron al frente. En esos momentos era casi un ritual que en todos los puntos del país las personas salieran a aplaudir en los balcones a las 20hs. Decían que íbamos a salir mejores, pero la realidad hoy nos muestra que la profesión está siendo bastardeada no solo por los bajos ingresos, sino también por la falta de empatía de gran parte de la población que ya se olvidó lo fundamentales que fueron en esas épocas. “En la pandemia convengamos que remunerativamente hablando era chaucha y palito lo que nos pagaban. Obviamente que por la vocación, uno se ponía el traje e iba a la guerra. Estábamos pasando por un momento que había que resolver y teníamos que estar; nadie se puso a reclamar porque siempre estuvimos muy comprometidos. Nos hacían contar los chalecos, los barbijos, nada era inagotable. Supuestamente “sosteníamos la pandemia”, pero no se hicieron reformas en los hospitales como habían prometido. Hoy en día seguimos explotados, colapsan los hospitales y no hay servicio”, nos comenta Celina.
Vocación y perseverancia
¿Cómo fueron los primeros años de residencia?
La hice en Posadas, Misiones y fueron tres años muy duros. El primer año me levantaba a las 4 de mañana para entrar 4 y 30 y había jornadas que terminaban a las 10 u 11 de la noche y si tenía guardia me quedaba hasta las 11 del otro día y terminaba cumpliendo jornadas de hasta 36 horas, en las cuales no se dormía y no había tiempo para comer, porque era un privilegio. Era tanto lo que debía hacer y cumplir, que comencé a retener orina y hasta tuve una infección urinaria por no poder ir al baño. Tenés que cumplir y esa es una bajada de línea que lo aceptas porque todos hicieron lo mismo, y no te pones a pensar que no debería ser así. Terminé mí residencia ahí y me vine a hacer una posbásica, porque la verdad la pediatría es hermosa y la haría, pero es poco remunerativa. Y uno quiere tener sus cosas, su familia y su vida. En el interior son muy pocas las subespecialidades que había y las que me gustaban estaban acá en Capital, asi que me vine. Acá me siento mucho mejor, pero cuando me contaron cuánto ganaban era casi lo mismo que allá, con la diferencia de que el alquiler me sale el doble de lo que me salía allá, el trasporte no lo pagaba, el gasto del día a día es mucho más caro acá y entonces poniéndome a hacer cálculos, no alcanza.
–¿Cómo son tus jornadas laborales?
La jornada laboral de un residente varía, pero son de 8hs diarias, con guardias de hasta 24hs. A veces sin descansos posguardia llegando a 36hs, y de 2 a 3 guardias semanales que incluyen los fines de semana. De esta forma tu semana laboral arranca un lunes y puede terminar un domingo. Con algunos feriados y fiestas de fin de año adentro del hospital. Todo esto incluido en el sueldo actual del residente que se encuentra por debajo de la canasta básica familiar.
-¿Es cierto que los residentes sufren maltrato de sus superiores?
La pase mal en mi residencia básica. Me han llegado a tirar la comida, no podía dormir en la misma habitación que los superiores, dormíamos en un banco, bah en realidad no era dormir, era descansar un rato para volver después seguir, no había horarios para comer, etc. Esas son como las cosas que están normalizadas pero que cuando te pones a pensar en frío te das cuenta que son formas de maltrato y lo sufrí yo el primer año. Después hubo un quiebre en mi grupo de compañeros de residencia en donde dijimos que no nos puede pasar más esto y obviamente no se volvió a repetir. Está muy instaurado entre colegas que si todos sufrieron, por qué vos no.Es más con mi papá me pasaba lo mismo, me decía “bueno pero es así, es una etapa ya va a pasar”. Pero es una etapa que pueden ser los peores tres años de tu vida.
–En cuanto a estructura e insumos, ¿son muchas las diferencias entre un hospital de Misiones con uno de CABA?
Depende de los hospitales. En argentina la salud está centralizada no solo a nivel capital sino también en nivel provincial.Existen diferencias tanto en el capital humano (cantidad de personal, personal capacitado en especialidades pediátricas) como en los insumos hospitalarios disponibles, entre el hospital en el que trabaje en Misiones y el Hospital Garrahan.
– ¿Cómo siguen en un contexto que los vulnera, les pagan mal y muchas veces no tienen todas las herramientas necesarias para atender?
Yo creo que genuinamente todos los profesionales de la salud tenemos una verdadera vocación de servicio, que es algo muy personal, que te motiva a querer ayudar al otro. En mí caso son los niños. Mucha gente me dice como haces para ver niños enfermos, con patologías horribles, que nadie le gustaría pasar por algo así. Y yo no lo veo así, yo veo la oportunidad de poder ayudar. Quiero ayudarte, quiero que estés mejor y así ayudar a toda la familia, porque eso nuclea todo.
–¿Cómo lidias con esas personas que por ahí se quejan del sistema de salud por la tardanza o la atención?
Cuando estás trabajando tenés focos. Yo voy a salir corriendo por un bebé de un mes que está febril y para mí es una emergencia y después voy a ver al nene de 10 años que tiene tos. Hay veces que estás sola para todas las demandas, y hay otras veces que, por ejemplo, en el Garrahan somos un montón, pero igualmente no damos abasto. También tenés que respetar horarios de comida, horarios para ir al baño, y entre paciente y paciente es un gasto mental, porque no es que yo te escucho y me tomo un mate. Todo es un razonamiento, pensar qué preguntar, a qué me recuerda que yo ya vi. Es un proceso mental que por momentos agobia.Si no haces un break terminas atendiendo en condiciones que no son buenas para el paciente. Si yo estoy mal paga, tengo que hacer 24 hs de guardia para poder llegar a fin de mes y en esas 24 no me da la cabeza, porque vengo toda la semana trabajando sin parar. Nadie va a cometer un error consciente del error, va a ser por dormirte, esa es la realidad.