Nuestros enormes pibes de la escena urbana no salen de repollos.

Por Marina Caivano

Mañana tenemos que volver a elegir con un sobre en la urna sobre el futuro de nuestro país. Y lo hacemos con alegría y un poco con miedo, pero lo hacemos juntos; en la reunión amiguera, en el medio del laburo y caminando por la calle. Porque así lo vivimos, en la calle, la misma de la que salieron los pibes y las pibas que suenan en nuestros auriculares.

Hay una generación de artistas argentinos que están rompiendo por todo el mundo, que hacen bailar a los chinos, los tanos, a los gringos en Miami, a los tinchos en Olivos y a las mamis en el acto del día de la primavera. Son pibes nuestros. Y sobre todo, son pibes que no se olvidan de dónde vienen.

Mateo Palacios Corazzina, Trueno, que grita en nombre de su Comuna 4, de la Bombonera, y canta contra el paco, contra la represión y la dictadura, reivindicando las luchas y derechos desde su primer tema grabado “con la computadora que entregó el gobierno kirchnerista con el plan Igualdad”.

Son la Mari Becerra, que las enfrentó casi todas las que enfrentan las pibas en las escuelas técnicas de doble turno, después de pedirle a sus viejos que la lleven ahí, por ver con celitos a sus hermanos mayores aprendiendo oficios.

Son Nicki Nicole, que pasó del colegio Gurruchaga a la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario para después de unos poquísimos años, dejar mudos a los varones raperos en todas las plazas del país. Y después, dejar mudo a Jimmy Fallon en su extremadamente norteamericano Saturday Night Show. 

Lamentablemente, aunque pocos, también son Tiago PZK, el que salió de la escuela secundaria N° 11 de Monte Grande, que niega la importancia de haber podido acceder. Hoy no solo nos hace janguear, sino que es de los que se ponen la camiseta y salen a decir en campaña “amigo date cuenta”. Mirá a tus compas, mirá a dónde llegaste. Tiago, date cuenta.

¿Les gusta el primer mundo, quieren dólares? Cazzu acaba de sacar una colección en Ricky Sarkany y ser tapa de Vogue México. Julieta Cazzuchelli, la Jefa del Trap; nació en Jujuy y entre sus bandas -de folklore primero y cumbia después-, se mudó a Tucumán para estudiar cine en su universidad pública y nacional. Por eso no nos sorprendió cuando la rompió cantando en los 100 años de la UBA, reivindicando la educación pública en los escalones de la Facultad de Derecho.

El Wosito, quien compuso el temardo con el que lloramos desde aquel 18 de diciembre del 2022, y lo cantó en la cara de Messi y toda la escaloneta, estudió en el Mariano Acosta y luego en la Escuela Metropolitana de Artes Dramáticos en el barrio de Once.

¿Habría llegado a grabar ese temón y videoclip con René de no haber caído en la educación pública?

Lo que sabemos es que son muchos los pibes que empezaron a mezclar con las netbooks del programa Conectar Igualdad. Ojota, eso que eran netbooks lejanas a la tecnología de punta (de 10 pulgadas, cámara de 300k píxeles, de procesador 1,66 GHz y de dos GB de RAM). 

El Cato la está rompiendo, flotando sin esfuerzo entre un metal de calidad, rap duro, música con flow y versiones bien poperas de Miranda y dijo en sus historias: “Cuando yo era pibe tuve el privilegio de ir al colegio porque era gratis y público y no podría haber ido al colegio (si no fuera así) porque no tenía la guita para pagar mi educación. Si los hospitales fueran todos privados yo estaría muerto. En más de una ocasión me han salvado la vida doctores de hospitales públicos”.

Escuchando a Ca7riel, que salió egresado como maestro de la escuela Esnaola de Saavedra, entendemos también cómo fue que Duki “cumplió la misión de rapero, le compró a la mamá la casa que quería”.

Lali tiene razón cuando dice que es peligroso. Es peligroso que pongamos en duda la necesidad de un colegio público, de un hospital público, de un plan de acompañamientos o de la presencia del Estado en nuestras vidas. Es peligroso porque, entre otras miles de razones, sin netbooks para les pibes, no vamos a tener más Neo Pisteas, más L-Gantes representándonos y haciéndonos mover todo con barras picantes y barderas. 

Sin una universidad pública en Rosario, no vamos a tener más Emilias Mernes que empiecen su carrera de Letras y se cambien a la de Música para encarar una carrera prolífica y bien power. Sin escuelas públicas especializadas en arte, Tucumán no habría tenido un ACRU que hoy explota la fiesta con AGRADECIDO, que nos hace gritar en el baile “Los pibes ven reflejados sus sueños en vos”.

Gracias Ca7riel por compartir tu reflexión: “Cuando hay una necesidad hay un derecho, así que cuando necesites ya va a ser muy tarde mi amor”.

Gracias Wos, Jefa, gracias Nicki, gracias trap, gracias educación pública por darnos a estos pibes y pibas. A ustedes humildes, nunca olvidando sus orígenes, y a todos sus derechos. 

Los queremos en las pistas, en las aulas y en las urnas. Porque como dijo the hit, the real dance Crip: “Tus derechos son lo único que tenés, no te regales”.