Acá estamos, con entereza bancando de pie este nuevo atropello del Gobierno de la Ciudad. Son tiempos difíciles para todas las organizaciones independientes, autónomas y que defienden derechos humanos como la nuestra. Aun así, venimos de meses de mucho crecimiento y laburo, entusiasmades con el enorme desafío que fue lanzar nuestra Asociación Civil hace unas semanas. Y si, esto es un bajón, pero a la vez un montón de amigues, organizaciones, centros culturales, sindicatos y acompañades nos brindaron-y brindan- su apoyo y eso nos emociona muchísimo y nos da fuerza para seguir apostando a este trabajo que venimos haciendo hace tres años. Les agradecemos muchísimo por eso. En contra de tanta burocracia, es una bocanada de aire fresco. Es clave saber que tenemos una red que nos cuida y contiene en tiempos de individualismo y avance de la derecha que pretende llevarse todo puesto.

Justo por estos días se cumplen tres años del comienzo del aislamiento obligatorio por Covid y se preguntarán qué tiene que ver esto. En primer lugar, nuestra organización nació en pandemia en plena crisis laboral donde les empleadores dejaban laburantes en la calle a mansalva, pese a que por decreto no podían despedir. Y ahí, desde nuestras casas entendimos que no nos podíamos quedar cada une aislado. Así nació esta Defe que creció y crece y es difícil de explicar.

Para esos momentos también se puso en relevancia el sentido de comunidad. Y no, no era por los aplausos a las 21 hs- que no alimentaban a ninguna persona que laburara en salud en ese momento tan crucial en el que pusieron el cuerpo y la vida- era la misma gente que se preocupaba por sus vecinos para hacer una compra, para llevarles medicación o lo que sea. El sentido de comunidad que siempre existió en las villas y barrios populares – porque ahí no hace falta una pandemia para que las necesidades rebalsen y el estado brille por su ausencia- estuvo más que presente. Mientras el Estado nos pedía por todos lados que nos laváramos las manos y estemos en nuestras casas, pero no asistía a las barriadas y villas donde faltaba agua y había que salir a laburar porque sino nadie comía. Así fue cómo se murieron muches vecines. Esto también fue un duelo colectivo, que algunas veces se pudo hacer y otras no.

Les laburantes de los supermercados también la pasaron mal. En muchos casos, como el de Coto -a quien conocemos bastante-, les empleades tenían que llevar su propia protección porque ni siquiera tenían una lavandina para limpiar, mientras Don Alfredo salía a protestar por la clausura de una de sus sucursales que tuvo más de 30 contagiados en una semana con su barbijo N95. 

¿Y les trabajadoras/es de GIV? También, pésimo. Estaban hacinades y tenían que ir igual aunque fueran Covid positivo. Nadie podía saber que había una compañera contagiada, debían ocultarlo bajo amenaza. ¿Se puede llegar a un grado de perversidad tan grande? Se puede. ¿Y de cinismo? También. Mientras las trabajadoras del call estaban todas en un espacio reducido sin un mísero alcohol en gel ni ventilación adecuada, el Gobierno de la Ciudad -para quién trabajaban atendiendo el 147- pedía a la población que haya distancia social, desinfección y aislamiento en caso de enfermedad.

Un verdadero “sálvese quién pueda”. Yo, yo y más yo. “De esta salimos mejores”, decían por ahí, pero las mezquindades tocan todos los timbres.

Aún así, en medio de todo ese individualismo capitalista hubo gente que puso el cuerpo e intentó e intenta, aprender y construir en comunidad. Y lo sigue haciendo. 

Nosotres apuntamos a la construcción comunitaria, a todo lo que la derecha quiere destruir. Comunidad versus egoísmo podría resumirse. El neoliberalismo salvaje se instaló y generalizó un individualismo que lleva incluso a muchas personas no reaccionarias a posiciones caretas. Tocan a un pobre cuando quieren un voto. Piensan en su bolsillo contra los bolsillos de las personas que están en su misma situación. Para salvar a su casa, no les importa hundir a su barrio. En nuestro laburo lo vemos cada día, es fácil laburar soles, en nuestra compu y con auriculares para no escuchar al de al lado. Lo difícil es debatir, pensar, repensar, y darle para adelante con una idea quizás algo distinta de la propia, pero colectiva.

En todo este tiempo aprendimos (de formas piolas a veces y otras no tanto) que si solo apuntamos a nuestros propios intereses no sirve para nada lo que hacemos. Nos salvamos si, ¿pero a qué costo? 

Nosotres seguiremos construyendo para arriba, para los costados, para todos lados, en red, aprendiendo de otras organizaciones, etc. y no hay una sola faja de clausura que pueda prohibirnos eso.

LA DEFE ESTÁ DE PIE. 

#LaDefeNoSeClausura