Giselle se acercó a La Defe con un deseo claro: quería ayudar en la ampliación del acceso a la vivienda digna. Para nosotres ya casi estaba todo dicho: habíamos conocido otra abogada del bien. Y no solo una con conciencia social producto de su capacidad para empatizar; Giselle había entendido las dificultades en carne propia.

Por eso nos interesó tanto contar su historia. La historia que se repite en decenas de laburantes y profesionales que es la otra cara de la meritocracia. La que entiende y comprueba que más allá del esfuerzo personal, el sistema capitalista se presenta en cada ausencia de derechos.

  • “Si bien hoy soy profesional y tengo una vida acorde a lo que puede ser una clase media, mi vida no había sido así, seguro como para muchas personas en los 90”

En los 90, fue víctima junto a su familia, del boom de precarización laboral que condicionó todo en la década. Vivía con su mamá costurera y su papá, ambos trabajadores informales. En el 96, nos relata la entrevistada, se quedaron sin casa, y comenzaron a vivir en casas prestadas. 

  • “El acceso a la vivienda formal ya era muy difícil, aún hoy en día lo sigue siendo, aunque empieza a cambiar”

Y así es la vida para enorme parte de nuestra población, incluso en una de las ciudades más “ricas” del continente; ¿ricos quiénes?-

Porque la familia de Giselle en su infancia no conoció esas perlas de plástico que el macrismo viene inflando hace unos años. Antes no había globos amarillos ni “espacios verdes” hechos de macetas y pasto. Antes el circo político en las redes sociales era una película futurista.

Desde los 6 años vivíamos de prestado, en hoteles, pensiones, en lugares muy hacinados. Siempre en el barrio de Villa General Mitre.

  • “Las desalojaban por falta de pago, “no existe el juicio de desalojo” nosotros resistimos pero no había organización ni nada. Aunque seas una mamá con una nena sola, no pagabas y te echaban. “Ponían el candado en la puerta y ya no podías ingresar. O te encontrabas con tus cosas en la puerta”.

Lo que sí nunca desaparece es la soledad en la que este Estado te abandona cuando sos madre, y sos madre sola, o peor, sos madre con un padre que no cumple y violenta. En todos casos, afirma que el acceso real a la vivienda no existe. Y eso lo hemos visto mucho en 2022.

El problema en nuestra generación, la que rodea o pasó los 30 años, es el que reconoce Gise: “La sociedad te hace creer que nunca vas a acceder a eso, yo internamente siento que soy lo mismo que era antes. Es toda la vida la operación que sentiste y la idea de que nunca vas a poder acceder a nada”.

  • “Cuando era chica miraba las inmobiliarias, pero después ya no, ya te das cuenta que no vas a poder acceder”.

Elegir el barrio porque es más barato, teniendo que ignorar otras variables que también deberían ser prioridad, no tener autonomía ni para usar lavarropas o termotanque, compartir baños y otras . Giselle cuenta que vivió durante 20 años en domicilios sin cocina. Hasta que en marzo de 2015, luego de compartir con tres brasileros un departamento en Once, fue a una pieza con baño y cocina.

  • “Hoy soy profesional y tengo una vida acorde a lo que puede ser una clase media”, dice sin obviar que somos de la generación esa, la que en los 90s empezó a fantasear con el futuro.

Pero hay una enorme grieta con la madre: -“Quiero que salga de ahí, ella es jubilada y cobra menos de 50 mil pesos, claramente si quiero que viva en otro lugar gran parte tendría que ponerla yo.” Ella está pagando 16 mil pesos. Pero eso no es lo más difícil, sino sacarla de la idea de que no puede estar mejor. 

Claro, ese es el tema. Sacarnos de la idea de que no podemos estar mejor. ¿Cuánto es una idea y cuánto la realidad de la mayoría?

No lo respondemos, no lo sabemos. Seguimos preguntando por su carrera, por todo. Giselle es de las que luchan, se nota. Nada le fue servido. Fue difícil estudiar, cuenta que vivía con su madre en una pieza y se dificultaba mucho sentarse. Y durante la pandemia por Covid, terminó la carrera de Derecho en la UBA. Aplausos.

Y pausa reflexiva cuando, minutos más tarde de este miércoles de casi 40°, nos charla sobre su época de militancia universitaria: 

  • “En 2018 me di cuenta que todo lo que militaba no era propio, mis verdaderos intereses eran, todo lo que había vivido antes, no la clase media de capital que quiere el espacio público mejor” 

La trayectoria de Giselle es excepcional, no única; pero sí responde a muchísimo esfuerzo suyo y de su madre. Claro, más que personas solidarias que se cruzan en el camino, ¿cuánta ayuda real recibimos en esta sociedad?

Comenzó a ejercer como abogada, llevando adelante casos de familia, pero únicamente con mujeres. No patrocina hombres, no le interesa.

Giselle menciona ahora algo que muchas veces charlamos en La Defe, la carrera Derecho está diseñada para que la haga gente que quiere hacer plata.

  • “…no me importa el dinero, lo único que quiero es vivir decentemente. Para tener estabilidad necesaria, que muchos años no la tuve”.

Nosotres coincidimos con Giselle, y también muchas veces discutimos entre colegas: la abogacía es una profesión diseñada para hacer mucho dinero, pero hay otra forma de transitarla. Esta forma requiere convicción.

Y las palabras de Gise muestran convicción; “si puedo ayudar con mi trabajo, yo ya estoy hecha. No busco más nada ni me interesa”.

Le preguntamos cómo ve la situación de la vivienda en la actualidad. “Hay cambios pero para peor, si antes soñábamos con tener acceso a la vivienda, hoy directamente ni lo pensamos”. 

La historia de Giselle es la historia de la gran mayoría; quizás enriquecida porque la escuchamos de su boca, en su relato.

  • “Pensá que hasta el 2017 no había estado en blanco, nunca. Yo jamás había tenido obra social. Siempre fui al hospital o servicios de salud gratuitos”.

Otra característica que la diferencia de la mayoría es que Giselle no se abriga en el consuelo de aceptar que así son las cosas. Por eso se acerca a La Defe, por eso hace años da una mano como abogada a quienes se acercan.

  • “No veo la salida, tampoco pienso que hay que irse del país, quizás Avivar desde lo ideológico”, dice. 

Nos encanta. También nos encanta que, sobre la lucha por la vivienda digna, diga “Si toman un lugar, lo más probable es que me ponga contenta”. Porque no puede ser, que haya tanta casa sin gente y gente sin casas.

Y ahora, mientras bajamos un poco el aire porque ya convertimos el calor sofocante en un frío pre-resfriado, le pedimos que profundice un poco más en cómo es esto de avivar desde lo ideológico. “(por ejemplo) no es solamente que el progenitor es una rata, sino que hay un sistema que avala eso. Después se ponen en pareja y él paga una cuota, y ellas me han dicho que quisieran que pagara menos. ¡No entendiste nada!”

Parece que fuera imposible decirlo más claro. Pero sí, ella puede: nos cuenta que a pesar de tratar de hilar más fino en las situaciones que ayuda, siempre habrá gente que tiene un problema y necesita que lo resuelva. Y lo entiende dice, “si el mismo Estado te vulnera los derechos, cómo vos vas a decir “yo valgo”? Puede ser Pami, cualquier estamento social de ciudad o del país te forrea, vos vas a sentir que sos un sorete, que no merecés una  vivienda, nada. 

Para cerrar una charla que deseamos que no cierre, vamos a descontextualizar una frase que nos dijo Giselle.

  • “No veo otra; yo pasé por eso y nadie me daba una mano, y veía a otros sí. Así que creo que hay que ser más sinceros, necesito esto.”

Ella hablaba de lo difícil que es conseguir laburo, y de que a veces, es necesario recurrir si se tienen vínculos políticos. Pero nosotros queremos reforzar con que es necesario ser sinceres, pedir ayuda, las manos tienen que exigirse y llegar a todos lados.

No vemos otra!