Es 22 de enero. Muches vamos volviendo de nuestras semanitas de descanso anual, otres cuentan los días para comenzarlas y nos proponemos reflexionar un poco sobre el derecho al descanso y la necesidad de producir que todo a nuestro alrededor nos genera.

El 23 de enero de 1945 la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cargo del Coronel Juan Domingo Perón proclamó mediante el Decreto N° 1440 que todes les laburantes de nuestro país tienen derecho a gozar un período de vacaciones pagas. Fiesta y regocijo. Hasta ahí todo bien.

78 años después seguimos debatiendo sobre el derecho al descanso. ¿No es poco descansar dos de siete días, por ejemplo? En algunos países ya se está probando una semana con cuatro días laborales con buenos resultados. Porque mayor cantidad no significa más calidad, ¿cierto?

Pero volviendo a lo nuestro, ¿No les resulta raro que se reivindique la falta de descanso como un rasgo positivo en las personas?

Desde pequeños se nos convence: Hay que trabajar duro. Trabajar mucho. Trabajar más. Si a los 20 tenes dos laburos y estudias una carrera sos un héroe o heroína. Tenes futuro. Sos un logro y orgullo de esta sociedad.

No sólo normalizamos el sobre esfuerzo sino que además premiamos y hasta envidiamos la autoexplotación. ¿Lo han notado?

Nosotres sí, y se nos ocurren algunas respuestas (quizás incómodas) que explican ésto: Es que el centro de nuestra vida, desde una muy temprana hasta una muy avanzada edad está puesto en… ta tan ta tan! Sí, acertaron: PRODUCIR.

El sistema capitalista, individualista y de consumo en el que transitamos nuestros días sólo reivindica una tarea como útil, valiosa y necesaria: La de producir. Pueden ser guitarras, edificios, ideas, canciones, sillas, servicios de cualquier tipo. El requisito imprescindible para que no exista rechazo social por aquello en lo que ocupas tu tiempo es uno: Que lo que hiciste se pueda intercambiar por dinero. Dinero que usarás para comprar otras cositas, producidas por otro humanito como vos, que corre atrás de una zanahoria que nunca llegará a su meta.

Porque nunca es suficiente cuando se trata de producir, acumular y consumir.

El secreto mejor guardado del capitalismo está acá: Nos convencieron de que la felicidad está, explícita y enteramente, en el consumo.

Por eso se criticó salvajemente en los medios de comunicación el pasado feriado del 20 de diciembre, cuyo único objetivo era celebrar que somos campeones del mundo y ser felices juntes. Nadie más que los vendedores ambulantes y laburantes de la economía popular ganarían (en términos económicos) en esa jornada. Ser felices, si no es mediante el consumo, no sirve. La alegría popular no cotiza en ningún mercado de valores, así que para los CEOS y patronales simplemente no vale nada.

Creemos que es necesario corrernos de esa lógica cuanto antes. No sólo por nuestra salud física, emocional y mental, que se beneficia de que tengamos espacios de disfrute y goce más de dos veces por año. También porque sólo entendiendo que no se trata de acumular sino de distribuir y producir de manera sustentable, es que la cosa puede mejorar.

Necesitamos construir con urgencia un criterio de comunidad basado en la distribución real de la riqueza, el cuidado del medio ambiente, la creación de oportunidades reales y la solidaridad. En eso estamos.