Hace un año, en los pasillos de la Villa 31, la desigualdad volvió a profundizarse. Después de 12 días sin tener agua en plena pandemia de Coronavirus, cuando todes recomendaban las medidas sanitarias, falleció Ramona Medina al contraer Covid-19.
El 3 de mayo de 2020, denunció en un video que se viralizó en diversos canales de televisión debido a la presión popular: “vengan y vean la desesperación de no tener agua y el miedo a contagiarnos”. Mientras tanto, el vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli, se paseaba por los canales diciendo que el servicio ya estaba restablecido.
No la escucharon, no hicieron nada.
Mintieron, fueron cómplices y la mataron.
Ramona era Coordinadora de la Casa de las Mujeres y Disidencias -un dispositivo creado por vecinas para abordar las problemáticas de género- de su barrio; una trabajadora esencial. Era una referenta de La Poderosa. Hoy, sus vecinas y vecinos aún siguen padeciendo lo que la pandemia desnudó: la desigualdad estructural. ¿Las vacunas para esenciales dónde están?
En este día y cada día, Ramona sigue gritando.