En tan solo una semana, al menos 11 provincias argentinas: Chubut, Río Negro, Neuquén, Santa Cruz, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, Tierra del Fuego, Formosa, Misiones y Corrientes reportaron focos de incendios.

Las causas son varias: las altas temperaturas propias del calentamiento global, junto con las sequías que se ven afectadas por la falta de nieve o lluvias en ciertas regiones. También los fuegos iniciados intencionalmente para cultivos o negocios inmobiliarios. Pero fundamentalmente, la falta de políticas de prevención y sin dudas, los erróneos manejos para apagar los focos que vienen haciendo los gobiernos desde hace años. 

En Neuquén, en el foco de Aluminé que inició hace tres semanas se calcula que el fuego afectó más de 6 mil hectáreas de bosque nativo. Donde además, en el intento de combatir el fuego un helicóptero cayó y murieron sus dos brigadistas.

En Chubut durante diciembre hubo focos en Lago Puelo, Tehuelches, Río Sanguer, Futaleufú, Cushamen y Tehuelches. Hace unos días un nuevo foco en Puerto Madryn ya dejó un saldo de más de 77.000 hectáreas afectadas.

En Río Negro, desde el 7 de diciembre están combatiendo focos que no cesan debido a los fuertes vientos.

En Santa Cruz se incendió una zona del aeropuerto. 

Tierra del Fuego se declaró en alerta tras un foco iniciado en Tolhuin.

En Buenos Aires, San Fernando, un foco de incendio afectó un humedal considerado “Reserva de la Biósfera” donde se perdieron más de 800 hectáreas.

En Entre Ríos, se estiman que fueron afectadas más de 200 hectáreas y el fuego continúa.

En Corrientes, varias localidades fueron afectadas por el fuego, donde se calculan más de 400 hectáreas incendiadas. 

En Santa Fe, los incendios afectaron las zonas de las islas del Delta. El humo se veía desde la ciudad de Rosario.

En Misiones, la semana pasada se reportaron 30 focos en 15 localidades.

En Formosa, el fuego en la localidad de Loteo Lerida puso en riesgo viviendas de la zona.

Sin dudas, el gran problema de fondo es el cambio climático, pero la solución no pueden seguir siendo helicópteros y camiones hidrantes cuando ya todo está prendido fuego, necesitamos que inviertan de una vez por todas en prevención. 

Para eso, es fundamental que los funcionarios dejen de cajonear la Ley de Humedales y le den presupuesto a la Ley de Bosques. 

También es urgente que dejen de desfinanciar la inversión en presupuesto para el área de Acciones del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, que en 2021 cayó un 43% respecto a 2019.

¿Cómo se explica esta desidia sobre un tema tan importante? Quizás, en las palabras del propio Ministro de Ambiente, Juan Cabandié, encontremos algunas respuestas. Hace unos meses, tras la bajada del río Paraná, afirmó “no podemos conseguir dólares para pagar la deuda sin contaminar”, ahora, en el panorama actual, celebra que en 2021 se quemaron (solo) 331.000 hectáreas, porque son menos que las quemadas en 2020. 

Empecemos el 2022 preguntándonos ¿De qué sirve un Ministerio de Ambiente si permite todos los extractivismos posibles?